W.H. Auden (1907-1973)
Detened los relojes, descolgad el teléfono,
Haced callar al perro con un hueso jugoso
Y silenciad los pianos; con tambor destemplado
Salga el féretro a hombros, desfilen los dolientes.
Den vueltas los aviones con vuelo inconsolable
Y escriban en el cielo las nuevas de su muerte,
Que lleven las palomas crespones en sus cuellos
Y los guardias de tráfico se enfunden negros guantes.
Era mi Norte y Sur, mi Oriente y Occidente,
Mi día laborable y mi domingo ocioso,
Mi noche, mi mañana, mi charla y mi canción;
Pensaba que el amor era eterno; fui un crédulo.
No queremos estrellas; apagadlas de un soplo;
Desmantelad el sol y retirad la luna;
Talad todos los bosques y vaciad los océanos;
Pues ya nada podrá llegar nunca a buen puerto.
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