22 oct 2012

Premio Cervantes Chico 2012

Jordi Sierra I Fabra

       Premio Cervantes Chico 2012




 CARTA DE JORDI SIERRA I FABRA

A veces, la vida te hace regalos. A veces, incluso, te sorprende con inesperadas y placenteras casualidades que convierten el regalo en una especie de premio añadido. Por ejemplo, que se haga pública la concesión de un galardón honorífico como el Cervantes Chico el mismo día en que cumples 65 años.

Esta carta, con mi gratitud y amor, va dirigida especialmente a los más de cuatro mil chicos y chicas de Alcalá que se convirtieron en jurados y jueces del premio. No son pocos. A mí me resulta asombroso. Cuatro mil lectores, cuarenta y dos centros, una ciudad. Poco importa el añadido de que sea la cuna cervantina. Se trata de una cifra insólita que convierte el Cervantes Chico en un galardón ciento por ciento popular, y si es maravilloso que un jurado de profesionales te premie, más lo es que sean los lectores.

Será difícil poder besar a las chicas y abrazar a los chicos cuando venga en octubre a recoger el premio, pero lo intentaré. Sea como sea, esta carta es también un beso y un abrazo.

Este año 2012 se cumplen 40 años de la publicación de mi primer libro. Fue el 17 de noviembre de 1972 cuando presenté la “Historia de la Música pop”, primera obra dedicada al fenómeno musical editada en castellano en el mundo. Toda mi vida la he dedicado y consagrado a la palabra escrita. La gente suele ver en mí al tipo de los más de 400 libros escritos. Nunca quise batir récords: sólo deseé ser feliz. Y lo he sido, lo soy, seguiré siéndolo mientras pueda contar las historias que se me ocurren. Ahora debo de ser ya mayor, porque cuando te hacen homenajes o te dan premios honoríficos al trabajo de toda una vida, es que los años han pasado.

Me gustaría daros las gracias por haber confiado en mí, por incluirme en la relación de los galardonados con el Cervantes Chico, pero si por algo he de daros las gracias, a los cuatro mil, es por leer, por saber que en un libro está todo, que es la llave del futuro, el único aceite capaz de engrasar la mente y darle alas al poder que cada uno lleva dentro. A mí, cuando era niño, leer me salvó la vida. Nunca fui un estudiante maravilloso, pero absorbía todo de las novelas que devoraba. Así que pienso que no habéis premiado a un escritor: os habéis premiado a vosotros mismos porque sin leer no me conoceríais. Ni a Cervantes.
Nos vemos en octubre.
Espero que sea una fiesta, una auténtica fiesta.
¡Hasta pronto!
Jordi Sierra i Fabra

http://www.premiocervanteschico.es/